Represión en China

Si nos entretenemos a analizar los países denunciados y sus actuaciones ante una herramienta que escapa a los controles habituales que emplean tales países con la información, veremos que siempre se trata de impedir que lleguen a la opinión pública las agresiones que ocurren en dichos países contra los derechos humanos. Es la forma más fácil de que las violaciones de tales derechos queden en la impunidad porque, como reza nuestro lema, “lo que no se cuenta, no ha pasado”. Y ¿quién va a pedir cuentas de lo que nunca ha sucedido? Así se cometen miles de crímenes cada día, así se violan los principios más sagrados, como son la libertad y la vida. Así andan sueltos tantos depredadores de los derechos humanos.

Vivimos una alarmante escalada en las agresiones contra la libertad de prensa y contra los periodistas en el ejercicio de su profesión, ya sean medios tradicionales o digitales. Y se materializa en presiones, censuras, multas exorbitantes, cierre de medios, encarcelamientos, secuestros. Las relaciones entre el poder y los medios de comunicación son siempre difíciles. Los poderes políticos, financieros, religiosos, militares generalmente suelen ser incompatibles con la prueba de la libertad de informar de las verdades que se quieren ocultar.
Sigue leyendo

Internet y la libertad de expresión

“Uno de cada tres usuarios de Internet en el mundo no tiene libre acceso a la Red. Sesenta países censuran Internet con mayor o menor empeño y también acosan a los internautas hasta extremos insoportables”. Así reza el informe de Reporteros sin Fronteras (RsF) de marzo de 2011 sobre la censura en Internet. En estos momentos, al menos 127 personas están encarceladas en todo el mundo simplemente por haber utilizado Internet para expresarse libremente. Son cifras alarmantes. Necesitamos más que nunca defender la libertad de expresión en Internet y proteger a los ciberdisidentes, palabra de nuevo cuño que designa a quienes utilizan Internet para expresar ideas u opiniones contrarias a las impuestas como “políticamente correctas” por Gobiernos autócratas del signo que sea. O bien para dar noticia de agresiones, abusos o crímenes que los poderes hurtan a la opinión pública.

El acoso a los flujos de información que escapan al control de los poderes establecidos empezó mucho antes de que Internet se popularizara y de que aparecieran las redes sociales. Los primeros ataques se dirigieron a la televisión por satélite, especialmente en el Tercer Mundo. “Se prohíben las parabólicas”. Esta fue una de las primeras medidas que adoptaron los jerarcas del Frente Islámico de Salvación (FIS) tras las primeras elecciones municipales pluripartidistas que se celebraron en Argelia, en 1989. Manifestaban así el propósito de impedir las influencias consideradas perniciosas que llegaban de Occidente. Sigue leyendo