Internet y la libertad de expresión

“Uno de cada tres usuarios de Internet en el mundo no tiene libre acceso a la Red. Sesenta países censuran Internet con mayor o menor empeño y también acosan a los internautas hasta extremos insoportables”. Así reza el informe de Reporteros sin Fronteras (RsF) de marzo de 2011 sobre la censura en Internet. En estos momentos, al menos 127 personas están encarceladas en todo el mundo simplemente por haber utilizado Internet para expresarse libremente. Son cifras alarmantes. Necesitamos más que nunca defender la libertad de expresión en Internet y proteger a los ciberdisidentes, palabra de nuevo cuño que designa a quienes utilizan Internet para expresar ideas u opiniones contrarias a las impuestas como “políticamente correctas” por Gobiernos autócratas del signo que sea. O bien para dar noticia de agresiones, abusos o crímenes que los poderes hurtan a la opinión pública.

El acoso a los flujos de información que escapan al control de los poderes establecidos empezó mucho antes de que Internet se popularizara y de que aparecieran las redes sociales. Los primeros ataques se dirigieron a la televisión por satélite, especialmente en el Tercer Mundo. “Se prohíben las parabólicas”. Esta fue una de las primeras medidas que adoptaron los jerarcas del Frente Islámico de Salvación (FIS) tras las primeras elecciones municipales pluripartidistas que se celebraron en Argelia, en 1989. Manifestaban así el propósito de impedir las influencias consideradas perniciosas que llegaban de Occidente.

A la prohibición de las parabólicas se sumó, poco después, obstaculizar, impedir el acceso a Internet. La obsesiva preocupación de todos los regímenes autoritarios ha sido y sigue siendo controlar las informaciones que llegan a la ciudadanía. Se trata de vetar la posibilidad de introducir imaginarios colectivos distintos y con mucha frecuencia opuestos a costumbres y tradiciones que se quieren preservar obligatoriamente. Sin embargo, en un mundo tan globalizado, llega un momento en que es imposible frenar los flujos informativos. Cuando las nuevas tecnologías irrumpen con fuerza en Administraciones, universidades, hogares, es imposible practicar un blackout informativo. Por esta causa, para algunos Gobiernos Internet es el gran enemigo a controlar. En Cuba, si se quiere comprar un ordenador es preciso obtener un permiso oficial. En China, el Gobierno llegó a chantajear a Google, Yahoo y otros grandes operadores para que se autocensuraran en determinados temas políticos. Irán encarcela a los ciberdisidentes sin juicio previo. Por no hablar de Eritrea, Corea del Norte y un largo etcétera de países que prohíben, censuran la información y acosan, amenazan, amordazan la Red por diversos medios.

En Egipto, ya derrocado y encarcelado el rais Mubarak y celebrada la primera vuelta de las elecciones que supuestamente tenían que abrir el país a una transición democrática, las autoridades encarcelaron en diciembre a dos blogueros por denunciar fraude en las urnas. Pueden caerles varios años de prisión. En Siria ha ocurrido otro tanto, con el añadido de un fotógrafo asesinado. Tan reprobables agresiones contra la libertad de expresión dan una idea de la importancia que los Gobiernos conceden a las redes sociales, tanto como formadoras de opinión dentro de sus propios países como frente a la imagen que proyectan hacia el exterior.

Pero Internet está ahí. Y las parabólicas también. Y su fuerza en la creación del imaginario colectivo de los países que reciben las señales radioeléctricas o por satélite es enorme, para bien y para mal. Por si fuera poco, a día de hoy, el flujo informativo ha dejado de ser unidireccional. Gracias a las nuevas tecnologías la información se mueve no solamente de Norte a Sur, como en los años ochenta, sino en todos los sentidos: de Norte a Sur y al revés; de Este a Oeste y al revés.

Recuerdo la Primera Guerra del Golfo, en 1991, en la que la cadena americana CNN era la única fuente informativa de la contienda bélica que libraba la coalición liderada por Estados Unidos y avalada por la ONU contra la invasión de Kuwait por Saddam Hussein. No había forma de contrastar las informaciones. A los periodistas que cubrimos aquella contienda, se nos vendió lo que quiso el entonces inquilino de la Casa Blanca, Bush padre. No había otras fuentes. Fue la guerra más mediática que nunca se haya visto. Pero de orientación prácticamente unilateral.

La Segunda Guerra del Golfo, la de la invasión de Iraq para derrocar a Saddam Hussein y así “democratizar” el país, fue otro cantar. Desde el campo árabe-musulmán, “Al Jazeera”, “Al Arabiya” y otras cadenas difundían imágenes plurales, diversas versiones de una guerra, sucia en tantos aspectos, a las que nunca habríamos tenido acceso sin el concurso de las que se ha dado en llamar “CNN árabes”, especialmente de la poderosa cadena qatarí. Pero si entonces se demostró que es bueno tener visiones contrastadas de un mismo hecho, en el caso de conflictos como el de las “primaveras árabes” o el movimiento global de “los indignados” o las cargas policiales en distintos países, se ha demostrado que es fundamental tener un hilo directo de sociedad civil a sociedad civil, no sometido a ningún filtro. Ese hilo circula solo por la Red.

6 pensamientos en “Internet y la libertad de expresión

  1. Si, totalmente de acuerdo, es un gran circulo vicioso. Es algo que estoy viendo mucho. Cuando finalice con la recopilación de Trends y Trendig Topics voy a escribir algunas conclusiones y eso lo voy a tener en cuenta (el spam aprovechándose del tema del momento, los usuarios que comentan cuales son las Tendencias [estancando los temas]). En Twitter sucede algo parecido, los bots que usan los TT para dirigir a una página con supuesta información sobre dichos TT, spam, mucho ruido de usuarios que solo dicen tal tema es TT. Supongo que Twitter, con los años que lleva haciendo esto, debería filtrar algo de ese spam para que no influyan. En Google+ todavía parece que no, será cuestión de tiempo. Un saludo.

    • Muchas gracias Robin, cada dos semanas iremos incluyendo nuevos artículos de los autores.

      El equipo de la Fundacion CIDEAL

  2. Muy bien dicho y escrito. Y hay que recordar que el problema de censura no solo reside en los países autocráticos sino también en los países occidentales, aunque el sistema de censura puede ser diferente no es menos efectivo. El señor Dotcom es un ejemplo bastante claro.

    • Muchas gracias Chris por tu comentario. Es fundamental recordar que actualmente son numerosas las fórmulas que utilizan determinados poderes, en muy diferentes zonas del planeta, para trata de impedir la difusión de contenidos.

      Un saludo

      El equipo de CIDEAL

    • Démonos cuenta por un momento de lo grave que es la situación, pongamos por ejemplo la red de un centro comercial, biblioteca, wifi abierta en un parque, colegio, etc. y un@s chiquill@s conectad@s al tuenti que comparten demasiada información en esta red social. Un usuario con intenciones maliciosas, como por ej. un pedófilo, podría suplantar la sesión de uno de estos jóvenes y empezar a actuar en Tuenti como si fuera él, y mediante ingeniería social hablar con los amigos de la víctima para obtener fotos o más información, además de la información que podría obtener de la víctima con tan solo acceder al panel de administrador de su cuenta. Espero que las redes sociales en general se pongan las pilas, sobretodo en los casos en los que sus clientes son jóvenes menores de edad.

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