Represión en China

Si nos entretenemos a analizar los países denunciados y sus actuaciones ante una herramienta que escapa a los controles habituales que emplean tales países con la información, veremos que siempre se trata de impedir que lleguen a la opinión pública las agresiones que ocurren en dichos países contra los derechos humanos. Es la forma más fácil de que las violaciones de tales derechos queden en la impunidad porque, como reza nuestro lema, “lo que no se cuenta, no ha pasado”. Y ¿quién va a pedir cuentas de lo que nunca ha sucedido? Así se cometen miles de crímenes cada día, así se violan los principios más sagrados, como son la libertad y la vida. Así andan sueltos tantos depredadores de los derechos humanos.

Vivimos una alarmante escalada en las agresiones contra la libertad de prensa y contra los periodistas en el ejercicio de su profesión, ya sean medios tradicionales o digitales. Y se materializa en presiones, censuras, multas exorbitantes, cierre de medios, encarcelamientos, secuestros. Las relaciones entre el poder y los medios de comunicación son siempre difíciles. Los poderes políticos, financieros, religiosos, militares generalmente suelen ser incompatibles con la prueba de la libertad de informar de las verdades que se quieren ocultar.

Un gran periodista italiano, Eugenio Scalfari, fundador y director que fue del diario La Repubblica, dijo en una ocasión que “la gran batalla por las libertades se libraría en Internet”. Lo estamos viendo con el crucial papel que la Red ha desempeñado en las revoluciones de la llamada “primavera árabe”. En Túnez, en Egipto, principalmente. Ahora en Siria. En este aspecto, el año 2011 ha sido testigo de la consagración de las redes sociales y de Internet como herramienta de movilización y transmisión de información. Sin ella no nos hubiéramos enterado de muchas de las barbaridades cometidas durante la feroz represión llevada a cabo por las fuerzas del orden o por el ejército en dichos países. Por ese motivo, cada vez más los Gobiernos tratan de manipular la información que circula por la Red y de eliminar los contenidos críticos.

En este contexto merece la pena destacar la actuación del Gobierno de China -uno de los más represores del mundo con la prensa en general y con la Red en particular- con ocasión de los Juegos Olímpicos de 2008. La ofensiva contra Internet fue formidable: miles de direcciones y páginas bloqueadas, en especial aquellas que permitían intercambio de videos. Más de un centenar de periodistas, internautas y defensores de la libre expresión fueron encarcelados “preventivamente” hasta que pasara la gran cita. Del centenar largo de periodistas que China mantiene entre rejas, algunos desde 1980, más de sesenta son periodistas digitales, cifra que hace de este país la mayor cárcel de ciberdisidentes del mundo, seguido de Irán. En agosto de 2008, en Pekín funcionaban seis oficinas de prensa solamente dedicadas al control de Internet. La presión ejercida por las autoridades contra la Red llegó a conseguir, como hemos explicado anteriormente, que servidores como Google o Yahoo se autocensuraran en temas tabú para China como Taiwán, Nepal, la conflictiva provincia de Xingiang o el Dalai Lama. Lamentable, hasta Microsoft claudicó. ¿Quizá por no perder un mercado de más de 1.300 millones de personas?

Tras muchas protestas a nivel internacional, en diciembre de 2008, las grandes empresas del sector de Internet que se vieron obligadas a participar en la censura de los Gobiernos represivos aceptaron firmar los principios de la Global Network Initiative. Google, Yahoo y Microsoft se comprometieron a respetar la libertad de expresión de sus clientes en todo el mundo frente a las demandas de las autoridades de los países en los que prestan sus servicios. Se trata de impedir que los Gobiernos obtengan informaciones confidenciales sobre sus ciudadanos. Aun así, recordemos que más de 120 internautas se hallan actualmente entre rejas por haberse expresado libremente en Internet.

El caso del conocido ciberdisidente chino Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz, condenado a once años de cárcel por su combate pacifista a favor de la democracia en su país, es digno de mención respecto a un fenómeno que se está demostrando imparable impulsor de protestas y aun de revoluciones, a través de redes sociales, blogs, chats… Actualmente, los regímenes dictatoriales temen más a la “red de redes” que a una columna de blindados. Aquella famosa pregunta de Stalin refiriéndose al peligro que para el comunismo podía suponer el Papa de Roma: “¿cuántas divisiones acorazadas tiene El Vaticano?”, podría aplicarse al caso que nos ocupa. Porque en el nuevo mundo que, a diversos niveles, se está configurando en este primer cuarto del siglo XXI, puede que no se precisen acorazados para acabar con las tiranías. Puede que sean “divisiones informáticas” las que decidan el futuro de los pueblos oprimidos.

2 pensamientos en “Represión en China

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